Un médico británico, Thomas Kwan, de 53 años, ha sido condenado a 31 años de prisión después de ser hallado culpable de intentar asesinar a la pareja de su madre, Patrick O’Hara, de 72 años. Kwan se disfrazó de enfermero y le inyectó a O’Hara un veneno llamado iodometana, una sustancia encontrada en pesticidas, bajo el pretexto de administrar una falsa vacuna de COVID-19.
Kwan llevó a cabo este acto para evitar que O’Hara heredara la casa de su madre, ya que creía que este sería un obstáculo para su propia herencia. O’Hara sobrevivió al ataque después de varias semanas en cuidados intensivos y la amputación de parte de su brazo para prevenir la propagación de la fascitis necrotizante.
La policía utilizó imágenes de cámaras de vigilancia para localizar a Kwan, quien había enviado cartas falsas con logotipos del Servicio Nacional de Salud y otros elementos para acreditar su visita a domicilio. En su casa, la policía encontró arsénico, mercurio líquido y semillas de ricino, así como instrucciones en su computadora sobre cómo producir ricina.
La jueza Christina Lambert destacó que Kwan estaba obsesionado con el dinero y particularmente con la herencia que creía tener derecho. La víctima, O’Hara, y la madre de Kwan, Jenny Leung, se han separado desde el incidente.