China ha emitido una fuerte advertencia en respuesta a las amenazas del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles adicionales a las importaciones chinas. Trump anunció planes para imponer un arancel adicional del 10% a todos los productos chinos a partir de enero de 2025, citando el fracaso de China en abordar el contrabando de fentanilo hacia Estados Unidos.
Liu Pengyu, portavoz de la Embajada de China en Estados Unidos, afirmó que «nadie ganará una guerra comercial» y que la cooperación económica y comercial entre China y Estados Unidos es «mutuamente beneficiosa por naturaleza»[2][3][4].
China negó las acusaciones de Trump sobre su papel en el tráfico de fentanilo, destacando que las agencias antidrogas de ambos países han reanudado la comunicación regular desde la reunión entre los presidentes Xi Jinping y Joe Biden en San Francisco. Liu Pengyu aseguró que China ha proporcionado información a las autoridades estadounidenses sobre sus esfuerzos en la lucha contra el tráfico de drogas y ha colaborado en investigaciones conjuntas[2][3].
La respuesta de China también incluyó críticas a la «politización» de asuntos económicos y comerciales, señalando que esto «no beneficia a ningún país». La cooperación comercial entre China y otros países se basa en principios de mercado y normas internacionales[3].
Trump había condicionado la eliminación de los aranceles a un freno en el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos, una droga que ha causado más de 150 muertes por sobredosis al día. Sin embargo, China insistió en que las medidas arancelarias solo conducirían a precios más altos para los productos importados y a la inflación, afectando finalmente a los consumidores[3][4].
Este conflicto comercial potencial se produce en un momento de creciente tensión entre ambas potencias, y expertos advierten que los aranceles probablemente provocarían represalias y aumentarían los costos para las empresas y los consumidores que dependen de las importaciones[3].